Un Estado fuerte, no quiere decir grande

En la cena de la Fundación Libertad habló el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou manifestando, entre muchas otras ideas, que para el ejercicio de la libertad era indispensable un estado fuerte.

Tal expresión ha sido interpretada por varios medios, periodistas y, por supuesto, políticos, como una crítica a la actual política argentina.

Nada más alejado de la realidad: “fuerte” no significa grande.

Nuestro/s estado/s son elefantiásicos y es imposible llegar a la indispensable reducción de impuestos, tasas y tarifas públicas sin achicar esa pesada carga. No son sólo sueldos, viáticos, servicios (limpieza, luz, gas, café, etc.) sino que las mismas administraciones inventan trámites para justificar su existencia. Nunca, en un organismo público (incluido universidades) se advierte que hay mayor gasto del imprescindible; siempre se argumenta que falta personal y que el presupuesto es insuficiente.

Esas gestiones innecesarias también impiden o encarecen el ejercicio del comercio, la industria, exportaciones y otras actividades privadas.

Nuestro estado es fuerte por imperio de la Constitución Nacional cuyo modelo fue la de EEUU. Por ello para que alguna vez se vislumbre un país viable, es indispensable reducir el gasto público.

* Ricardo Ruiz Vega. CPN Mat. 1186.